jueves, septiembre 16, 2004

Zanacol

Suena a fármaco. De esos que te producen úlcera gastroduodenal, mareos, vómitos, eczemas, pruritos, somnolencia, vista nublada, picores e irritaciones, pero que te dejan como nuevo del dolor de cabeza. Pero no, no es ningún medicamento.

Un zanacol no es nada. Los zanacoles no existen. Aunque yo lleve toda la vida buscándolos. No son más que el disfraz de mi utopía. Una zanahoria de la que pueda comer también las ramas, una col de la que pueda comer también la raíz, entera, sin desechos, sin desperdicios, todo aprovechable, nutritivo.

Busco zanacoles continuamente. En mis amigos. En mi trabajo. En mi familia. Cuando veo la tele, leo, en internet. Cuando escucho música. Cuando conozco nuevas personas. Cuando viajo. Cuando voy de compras. Cuando escribo, hablo por teléfono o pongo un email... continuamente, siempre atento. Busco aún a sabiendas de que nunca los voy a encontrar. Y busco tanto porque en ocasiones me he encontrado con algún casizanacol, y al vampiro que vive en mí le ha parecido llegar al Dorado, al Cabo Norte de las sensaciones, lo que nos ha satisfecho a ambos enormemente.

Pero no te equivoques. No es el encuentro de los zanacoles lo que me empuja a seguir viviendo, sino la búsqueda, el camino. No me frustra no encontrarlos, pero me desalienta, me aplana, me duele no poder quedarme con los pocos casizanacoles que el destino me pone por delante, y la vida me obliga a dejar atrás.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchacho, cómete todos los casizanacoles que encuentres. No los dejes escapar. Hazme caso. Disfruta al máximo de los pocos momentos de los que disponemos, y no mires atrás. Yo hago lo mismo, y soy casifeliz.

Thelma.

Burma dijo...

nos hacemos un collar con las renuncias, y nos pasamos la vida con el cuello torcido y la mirada baja hacia el suelo por el peso de lo que dejamos atrás...

Haiduc dijo...

Solo dos cosas alivian ese peso de las renuncias, Burma, el té verde del olvido del pasado, y el vinagre de manzana de los sueños y las ilusiones del futuro.

Suena a consejo, como si yo pudiera darlos.

Gracias por pisar por aquí sin disfraces en los pies.