viernes, septiembre 24, 2004

Cerrado por defunción

- Buenas noches.
- Bienvenido a casa. ¿Cómo fue tu viaje?
- Conocí a alguien.
- ¿Sí? Cuéntamelo.
- No lo entenderías.
- Inténtalo.
- Además, ella te conoce.
- Yo conozco a mucha gente. ¿Estás cansado? Pareces triste.
- No. No tengo motivos para estarlo. Ni siquiera para odiarme. Solo tengo razones para volar, para renunciar, para aprender y crecer... Debo sonreir aunque me cueste, me fuerce, me duela. Ese es el camino. El mío. Además, me dijo que siempre tendría su mano.
- ¿Su mano? Ven. Toma mis brazos. Yo te abrazo siempre, ¿no lo recuerdas?
- Sí, no dejas que te olvide.
- Ven, vamos a dormir.
- Tenías razón. No puedo ponerte cuernos, Soledad.

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