sábado, enero 29, 2005

Border

Existe un mágico lugar muy cerca de donde no vivo. Es un lugar pequeño, solo cabe una persona. A lo sumo dos. La brisa golpea la cara de frente y huele a olas y a sal. Hay una barandilla blanca, frontera entre la realidad y la magia. Se exige visado, en forma de abrazo.

Si se está solo, se aprovecha la postura ligeramente reclinada sobre la barandilla, en la que se apoyan los codos y se cruzan los brazos, abrazándose a uno mismo. Si ella está, se apoya únicamente el codo izquierdo sobre la barandilla, se coge con la mano su mano izquierda y se pasa por su espalda el brazo derecho, apretando fuertemente el pecho contra su hombro.

Yo me he acostumbrado a tener ambos codos sobre la barandilla, y a pasar mucho tiempo aquí. Un día me recliné más de lo habitual, y pude ver algo escrito en el otro lado. Algo antiguo, medio borrado por la brisa y la sal, que aún podía leerse:

A ti, azul,

Mar serena, cielo silente

Tierna, altiva

Infinita y constante

Seductora indolente

Audaz, pasiva

Fiel, distante

Luz azul confidente

Inmaterial, viva

Fría, extravagante

Ya me tienes,

Agua inalcanzable

El norte eres, azul

Rojo de ira

Rojo de envidia

te escribo, a ti te escribo in blue

domingo, enero 09, 2005

Seiri Seiton Seiso Seiketsu Shitsuke

Inevitablemente con el nuevo año llegan los buenos propósitos. A falta de poder ordenar su vida, uno se conforma con poner orden en su trastero, como si fuera fácil.

El orden y la limpieza llevan asociada la terrible disyuntiva: 'Vale - No vale'. Dada mi natural tendencia a la conservación de todo aquello que tenga el mínimo valor material o sentimental, me impuse una norma que casi nunca cumplo: 'si llevas más de un año sin utilizarlo es que no lo necesitas'. Después de un vistazo y un rápido cálculo, este año estimé en un 80% de mi trastero lo que debería tirar siguiendo mi autonorma.

Una vez más me la he saltado, y he conseguido salvar de mi ira más de la mitad de mis pertenencias, que duermen seguras al menos hasta el próximo año nuevo. Entre ellas, dos cancioneros. Uno de ellos, el de mis canciones favoritas de adolescencia, el otro el de mis canciones.

Escondidos en el bolso interior de la funda de la gibson que alegró mis años mozos, habían conseguido eludirme ya bastantes añosnuevos. Los pobrecitos, temerosos de terminar reciclados en factura, multa o papel de cocina, no sabían que ellos pertenecen a ese selecto grupo de pertenencias, llamadas recuerdos, que por poco uso que se les dé, nunca se tiran hasta que no se olvidan. Y no se olvidan hasta que definitivamente dejan de recordarse.

De la página 7, de 'mis canciones'.
Image Hosted by ImageShack.us
PARAISO PERDIDO
En las cascadas más limpias
allá donde brilla el agua
donde cada amanecer
parece romperse el alba.

Allá donde las gaviotas
dejan de mover sus alas
donde no crece la hierba
al sonar de una guadaña.

Es el paraíso perdido
que tú has creado en mi alma
un paraíso que destroza
esta tormentosa calma.

No te vayas de mi lado
quisiera verte mañana
quiero que cuando despierte
amanezcas en mi cama.

De la página 24, de 'mis favoritas'.
Image Hosted by ImageShack.us
HOY
Hoy hace un buen día para hablar de nada
para sentrarse solo en una cama
y entretenerse en cualquier cosa.

Hoy, las horas pasan como distraídas
como con miedos y con poca prisa
matando ratos sin quererlo.

Hoy, no queda nada solo esa mirada
solo ese reflejo que es acero inoxidable
dentro de los sentimientos.

Ves que poco a poco va pasando el tiempo
va dejando canas que llenan mi cabeza
y mi cerebro sin remedio.

Tic tictac tictac suena un reloj
mi habitación parece otra
y fíjate que es la de ayer.
Tic tictac tictac suena un reloj
mi habitación parece otra
y fíjate que es la de ayer.

Hoy, la lluvia pega contra el pavimento
la gente corre y entra en los portales
y yo me rio entre visillos.

Hoy, la tierra huele como diferente
serán las gotas de agua o el ambiente
que nos envuelve hace ya tiempo.

Hoy, no queda nada solo esa mirada
solo ese reflejo que es acero inoxidable
dentro de los sentimientos.

Ves que poco a poco va pasando el tiempo
va dejando canas que llenan mi cabeza
y mi cerebro sin remedio.

domingo, enero 02, 2005

Queridos Reyes Magos:

No voy a engañaros. Hace mucho que perdí la fe en todo, incluso en mí mismo. Ya ni os cuento en vosotros ni en aquel a quien adoráis. Defiendo y creo en su mensaje y sus valores, pero no creo en angelotes de alas blancas, demonios con cuernos y rabo, edenes, adanes, evas ni serpientes, resurrecciones, juicios finales, ascensiones, milagros ni apariciones, espíritus inseminadores con forma de paloma, infalibilidades ni omnipresencias.

Primero fue la ciencia y la tecnología lo que me hizo dudar de vuestra existencia. Aunque no fue eso lo que me convenció, sino el desencanto y la desilusión. Y no tiene nada que ver con el hecho de que me hayáis defraudado el que yo sea profundamente republicano y no crea en la monarquía. Y es que, Reyes, lo que se da no se quita, Santa Rita Rita. Pero claro, tampoco creo en los santos.

Así que hoy, quiero enviaros la primera carta en mucho tiempo. Y con ella quiero pediros, mejor, exigiros, que devolváis aquello que habéis robado, ya sea por acción u omisión. No es una prueba lo que os pongo. No estoy hablando de 'dadme esto y creeré en vosotros'; estoy apelando a vuestra dignidad real, a vuestra magia, o al poder absoluto de vuestros contactos divinos.

No os pediré que os llevéis el llanto y la desolación, pero devolved al menos la calma a las aguas y a las tierras, y dadnos otras muestras de vuestro poder que no supongan miles de muertos en ningún lugar del mundo, ni siquiera aquellas tierras en las que los infieles adoran a otros magos y a otros dioses.

No os pediré que devolváis los niños a sus padres ni los muertos a sus familias, pero devolved al menos el juicio y la buena fe a todos los terroristas, a los que segaron la vida a tantos niños en Rusia, a los que convirtieron los trenes en ataúdes en Madrid, a Bush, a Sharon y a sus secuaces.

No os pediré que nos deis líderes honestos, pero devolvednos al menos la lucidez para elegirlos.

Tampoco os pediré que devolváis la paz a las familias en las que la ira de una media naranja emponzoñada acabó con la otra, pero devolved al menos la cordura y la sensatez a quienes la provocan y el sosiego a quienes la sufren.

No os pediré que devolváis de las aguas a quienes hicisteis naufragar en la esperanza de una tierra prometida, pero devolved al menos la honra y la decencia a las muertes que tienen número en vez de nombre.

Y pecando de egoísmo, ya que al fin y al cabo se trata de mi carta, no os pediré que vuelvan mis años felices, pero devolvedme al menos:

la mirada escondida, la primera vez que la vi
el calor de su cuerpo, sentada junto a mí
el sabor de su boca, de aquel primer abril
el olor de su pelo, y su forma de reír
el hambre y la locura, de aquella fuga a París
la pasión de las noches, sin tiempo de dormir
el color de su mirada, cuando me dijo sí
los sueños compartidos, la alegría de vivir

Si os resulta demasiado, podéis esperar a las rebajas y dejarme una puta corbata.